Estamos viviendo en una sociedad donde día a día vemos en aumento la tasa de embarazos precoces, y en muchos casos no tan precoces pero del mismo modo, no deseados. Es justo en ese momento donde deberíamos preguntarnos ¿Realmente es el embarazo (precoz, no deseado, etc…), el mayor problema al que me enfrento por no usar un preservativo?
Es muy lógico para todos nosotros pensar después de una relación sexual sin protección “Y si me embaracé” (en nuestro caso) o “¡Chamo! ¿Y si le monté la barriga? Nooooo” (en el caso masculino). Y es que, se nos viene a la mente EL NO PODER RUMBEAR MÁS, LOS TRASNOCHOS SIN PRESENCIA DE ALCOHOL Y “BUENA COMPAÑÍA”, LAS AMANECIDAS POR ALGUNA GRIPE O FIEBRE DE UN SER TAN PEQUEÑO QUE NO PUEDE DECIRNOS DONDE O QUE LES DUELE, LA PLATICA DE LA SALIDA CON LOS PANAS AHORA SE GASTA EN PAÑALES, LECHE, TETERO, MEDICINAS, ROPITA QUE MIENTRAS MAS PEQUEÑA MAS COSTOSA… En fin, nuestro cerebro, se centra en la posible nueva vida que pueda llegar… Pero, ¿Qué porcentaje de personas con una vida sexual activa piensa, antes que en un embarazo no deseado, en una posible enfermedad de transmisión sexual (ETS) o una infección de transmisión sexual (ITS)?
Entonces, aquí viene una consigna que me parece muy interesante y que suelo usar siempre al hablar de estos temas:
“Por tu salud y tranquilidad ¡CUIDATE, CUIDAME, CUIDANOS!”
Ana Karelys Peña Fernández
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